Nuestra historia comenzó como un cuento de hadas. Valeria era como un puño de diamantes, radiante y brillante, iluminando mi vida con su presencia. Cada día a su lado era una aventura llena de risas, complicidad y sueños compartidos. Me sentía invencible, creyendo que nuestro amor era tan sólido como el oro.
Sin embargo, como las joyas más preciosas, nuestro amor también era frágil. Pequeñas grietas comenzaron a formarse en nuestra relación, alimentadas por la distancia, las expectativas no cumplidas y las palabras sin pronunciar. Lentamente, el brillo de nuestro amor se desvaneció, dejando atrás solo la frialdad y la oscuridad.
Me duele admitirlo, pero me di cuenta de que nuestro amor, aunque valioso, no era indestructible. A pesar de mis esfuerzos por mantenernos unidos, nuestras diferencias nos separaron irremediablemente. El día en que nos separamos, sentí como si me arrancaran el corazón, dejando un vacío doloroso en mi pecho.
Ahora, mientras escucho "Puño de Diamantes", me doy cuenta de que Valeria ya no es la misma persona que solía ser. Ella sigue siendo preciosa, pero nuestro amor se ha vuelto demasiado frágil para sostenerse. Acepto que debo dejarla ir, aunque me duela hasta lo más profundo de mi ser.
Con el tiempo, sé que sanaré, pero por ahora me aferraré a los recuerdos de los momentos felices que compartimos. Aprenderé a vivir sin ella, sabiendo que aunque nuestro amor se desvaneció como un puño de diamantes en la oscuridad, siempre llevaré su brillo en mi corazón.
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