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El amor no correspondido y la decepción amorosa: un viaje emocional sin retorno

  • Foto del escritor: Jairo Andres Ambriz Pado
    Jairo Andres Ambriz Pado
  • 2 abr
  • 2 Min. de lectura

El amor es un viaje, un salto al vacío sin garantías, sin certezas. Darlo todo esperando reciprocidad y encontrarse con el vacío es una de las experiencias más desgarradoras. Es un sentir profundo que deja cicatrices invisibles, un susurro en la mente que no desaparece, una melodía que se repite sin cesar. Whitesnake capturó ese sentimiento en Is This Love, una canción que, más que música, es una confesión de vulnerabilidad y deseo.

Cuando el corazón no encuentra eco

Amar con todas las fuerzas y no recibir nada a cambio puede hacer que la esencia misma de la persona se tambalee. Quedarse con las manos llenas de amor, ese amor que se soñó compartir, y darse cuenta de que el otro lado no está listo, no quiere, o simplemente ya no puede, es un golpe feroz. Es una historia que se repite a través de los tiempos: entregarse sin medida, esperando que ese amor sea suficiente para dos.

Pero el amor no funciona con ecuaciones perfectas. No siempre es justo. A veces, se da, se da, se da… y nada vuelve. Como en Is This Love, la pregunta persiste: ¿Es esto realmente amor? ¿O solo una ilusión construida en la necesidad de ser querido?

El dolor de ver a quien amaste caer

Y quizás lo más difícil no sea solo quedarse con ese amor en las manos, sin destinatario, sino ver a esa persona por quien se sintió tanto, en su propio dolor, en su propia batalla. Saber que, a pesar de todo lo entregado, el otro sigue perdido en su mundo de tristeza, incapaz de aceptar ese amor o siquiera reconocerlo.

Es ahí donde surge la duda: ¿Qué hacer con todo lo que sobró? ¿Cómo transformar ese sentimiento en algo que no duela? ¿Cómo seguir adelante cuando lo que más querías se desvanece?

El renacer después de la tormenta

El amor no correspondido puede parecer una herida sin cura, pero también es una oportunidad para aprender sobre lo profundo de uno mismo. Es un momento de introspección, de reconstrucción, de amor propio. Porque al final, ese amor que quedó en las manos no se pierde, sino que se transforma. Se vuelve poesía, se vuelve enseñanza, se vuelve fuerza.

La decepción amorosa es dura, pero nunca definitiva. Hay algo poderoso en cerrar un capítulo con el corazón aún palpitante, en dejar atrás aquello que no fue, y seguir adelante sabiendo que hay amor aún por descubrir… quizás no en otra persona, sino en uno mismo.

¿Y tú? ¿Has sentido alguna vez que el amor que diste se quedó flotando en el aire sin destino?



 
 
 

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