Hay una frase que siempre me ha gustado y como no olvidarlo si es algo que tiene toda la coherencia posible y esa frase es “Todo tiene un inicio y un final”
Recuerdo cuando inició esa historia de amor, era una persona que iba solo por la vida, sin necesidad de probar las experiencias del amor, ya estaba marcado por muchas heridas, pero el destino es demasiado bromista. Llegó un momento en que yo estaba en mi mundo y es cuando la conocí, desde su forma de hablar, su manera de pensar, su manera de cómo caminar, en pocas palabras todo de ella me encanto.
En ese entonces mi mente cambió su manera de pensar de una manera exponencial, desde hace demasiado tiempo no sentía esa sensación de querer conocer a alguien, es cuando me di cuenta de que me había enamorado de ella a primera vista. Por asuntos del destino tuve la oportunidad de conocerla y saber todo de ella, desde lo que no le gusta, hasta lo que le encanta.
Tuvimos una de las mejores amistades, hablaba con ella diario, y hasta nos tratábamos como novios, lamentablemente es cuando me doy cuenta de que ella tenía pareja, a la vez fue un duro golpe para mí, no obstante, no perdí la fe y estuve con ella como amigo, el tiempo pasó y es cuando me doy cuenta que ella ya era una persona libre, es cuando decido intentar conquistarla, intente de todo, desde los cumplidos, hasta los regalos cursis, como también aplicando el amor a la antigua.
Como era de esperarse no funcionó, temporalmente tuvimos una separación de un corto tiempo, posteriormente el destino nos volvió a juntar. No entendí por que el destino nos volvió a juntar si ya nos había separado, y es cuando me doy cuenta de que era mi revancha, no obstante, ese evento pasó por varias ocasiones y siempre salió trasquilado.
Llegó un momento en que ella y yo tuvimos un romance sin darnos cuenta, cada día en que la tenía cerca de mí, moría por besarla, gritar a los cuatros vientos lo mucho que la amaba, abrazarla, tenerla conmigo y pasar con ella el resto de mi vida.
No fue necesario besarla para saber que sus labios me hacían viajar, no fue necesario que la abrazara para saber que con un abrazo de ella me traería paz, no fue necesario que la hiciera mía para saber que ella es la entrada al cielo y no fue necesario que la tuviera para saber que podría amar con una intensidad tan fuerte y saber lo que es el verdadero significado del amor.
Llegó el momento en que perdí contacto con ella por casi un año, pensé que se había olvidado de mí y de esta historia, seguí mi vida de la manera más normal posible, como si ella nunca había existido, y pasaron los meses hasta pasó navidad y fin de año, llegó año nuevo y todo normal, hasta que un día me llego un mensaje de un número desconocido con un “hola” era ella. Ya hasta había borrado su número de mi celular. Volvimos a hablar, pero es cuando me doy cuenta que siempre ella supo que yo aun la amaba, que solamente me uso como experimento, que únicamente me vio como un pasatiempo, como también me di cuenta que decidió darle una oportunidad a alguien más, es cuando me doy cuenta de demasiadas cosas. En ese entonces decidí tener mi mecanismo de defensa, decidí mejor mantenerme al margen aunque en el fondo sabía que la amaba con todas mis fuerzas, que hasta sacrificaba cosas por estar con ella.
Me cansé de seguir con ello, ya no quise seguir con esto, tuve que soltarla de la manera más difícil posible, me costó olvidarla 19 días y 500 noches. Me dolió en su momento, pero de lo que estoy muy seguro, es que no volveré a amar con la misma intensidad como esa vez.
19 días y 500 noches de Joaquín Sabina.
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